Alejandro Gonzalez | 14:26
Nuestra primer batalla en el 'Camino' de Cristo
Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. (1 Samuel 15.1-3)
Siempre que Dios nos unge como reyes nos pide primero que escuchemos su Palabra y a continuación nos ordena que destruyamos lo que Amalec (las obras de la carne) hizo con nosotros cuando estábamos subiendo de Egipto.
Un nuevo reino un camino a la elección de ser
Desde el preciso momento en que aceptamos a Nuestro Señor Jesucristo en nuestro corazón como Señor, Salvador y Rey de nuestras vidas, desde ahí en adelante comenzamos una nueva vida (1 Co. 5:17) por lo que empezamos a caminar en un éxodo donde vamos dejando cosas atrás, actitudes de una antigua manera de vivir.
Sin embargo tanto el mundo como nuestra carne van oponiéndose al cambio, resistiéndose a abandonar ciertas actitudes y cosas que nos dañan nuestra comunión con Dios al tratar de cortarnos o interrumpir nuestro transitar hacia la tierra prometida, cruzando nuestro Jordán (bautismo) con tentaciones y deseos.
En el momento que el creyente es bautizado recibimos la unción por la que somos aceptos (1 Pedro 3:21) ante el Señor como reyes y sacerdotes ( Ap 1:6; Mr. 16:16; 1P 2:9) es en ese momento cuando el Señor nos fortalece de tal manera que nos pone a nuestra disposición todas las armas espirituales para poder hacer frente a las tentaciones y deseos, puesto que estos están en constante batalla contra del Espíritu Santo. (Gal. 5:17; Ro. 7:18).
A este proceso se le llama santificación y esta íntimamente ligado a la meta u objetivo que nosotros tengamos. Esto se debe a que la preparación y tiempo que esta durara no sera la misma para un cristiano que sera sacerdote que para otro que sera rey.
Mi consagración marcara mi meta y objetivo
Para entender esto ultimo debemos desmitificar el significado de la palabra santidad pues esta palabra significa: separarse, consagrarse y de seguro no es la misma consagración que debe tener un pastor, siervo u apóstol que para un empresario, comerciante u empleado.
También es necesario contestarnos la pregunta ¿Por qué Dios nos envía a luchar contra Amalec? ¿Cual es el significado de Amalec en nuestra vidas?.
El valor de la primogenitura
Los amalecitas eran un pueblo nomade, descendientes de Esau -hermano de Jabob-, quien vendió su primogenitura por un plato de alimento (Gn 25:29-34) una acción que por inocente que parezca pues podría haber pensado Esau, "le digo que si, total no me puede quitar el hecho de que yo he nacido primero". Pero no es así. En el reino de Dios las cosas son espirituales y a lo mejor tu has sido el primero en recibir en tu corazón a Jesucristo, y ese nuevo nacimiento te da la primogenitura ante toda tu familia.
El pueblo amalecita al ser un pueblo errante tenia la característica de andar con destrezas por lugares donde otros no lo sabían hacer, tanto sea por inexperiencia o por que simplemente su cultura y modo social era de otra característica. Es por esto que los amalecitas reconocían que el pueblo de Israel debía estar cansado por el viaje a través del desierto, sumado ademas que en ese valle que se encontraban no había agua que pudieran tomar, el problema a la 'vista humana' era demasiado grande. Es decir ellos también sabían aprovecharse de las debilidades de sus contrincantes para vencerlos.
Dios conoce tu necesidad, confía, pero si te quejas la prueba vendrá
Ahora bien el pueblo de Israel había llegado al Valle de Refidim (sig. heb. Refresco) y al no encontrar agua la Palabra de Jehova cuenta que el pueblo en vez de buscar a Dios, en vez de confiar que si el Señor los había llevado allí era por algo, comienzan a murmurar contra Moisés. Actitud que demuestra que solo pensaban en ellos, en saciar su deseo, en fin 'su carne' .
No obstante su líder, Moisés se comporto como tal, atinando solo a dejar la solución en manos de Dios y el Señor vuelve a contestar otorgando un nuevo milagro a los ojos de todo Israel. Sin embargo cuando esta 'necesidad de saciar nuestra carne' es vencida por la gracia de Dios, el pueblo de Israel súbitamente se ve atacado por los amalecitas quienes aprovecharon las circunstancias de su estado de animo negativo. Aunque este ya hubiese cambiado pues para todo se necesita un tiempo de recuperación.
¿Cuantas son las veces que hemos tenido que pasar por pruebas y cuando hemos pensado que la victoria ya estaba asegurada, aparece un nuevo ejercito contrario -nuevos problemas que no teníamos en cuenta- para mostrarnos que la guerra recién comienza?
Es así que de pronto vemos caer las cosas por las que tanto hemos luchado, las cartas de solicitud de pagos, las llamadas de bancos y financieras no se hacen esperar y nosotros solo atinamos a preguntarnos ¿por qué a mi, si yo ofrendo, diezmo, soy un buen cristiano?.
Pero en realidad sin darnos cuenta hemos ido dando lugar a nuestro yo, hemos estado comportándonos de manera egocéntrica en vez de cristocentrica. Nos hemos encontrado con nuestro Amalec, con nuestras antiguas obras de la carne que ya creíamos olvidadas y enterradas, nuestra primera batalla en el ministerio al cual desempeñaremos de aquí en adelante, HA COMENZADO.
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