Alejandro Gonzalez | 23:00

El poder de la oración al aprender a escuchar la voz de Dios

Asi quedaron ambos vehículos luego del encontronazo

En esta ocasión voy a tocar el tema del poder de la oración cuando aprendemos a escuchar su voz aunque esta vez con un ejemplo personal. 

Es común que por mis obligaciones me deba acostar tarde por lo que siempre trato de aprovechar cada segundo de sueño, sin embargo durante la madrugada el Señor me despertó y me pidió ir a orar donde horas mas tarde entrevistaríamos al apóstol Manuel Lobaiza para la nueva sección Interview. Así lo hice y mientras oraba por varios pedidos el Señor me ordeno encomendarle a él la seguridad de mi esposa. Después de pasar un buen tiempo derribando argumentos, fortalezas y activando la protección de los ángeles a nuestro alrededor, pues escrito esta que son espíritus ministradores a nuestro favor (He. 1:14).

Mas tarde al llevar a mi esposa a su trabajo para yo dirigirme al Ministerio al pasar por una calle muy transitada de la ciudad un auto a gran velocidad -que el hombre después reconoció su culpabilidad por ir apurado y su imprudencia por pasar a otro vehículo por la derecha- chocó la camioneta en la que íbamos, haciéndonos dar medio trompo y parando a varios metros de distancia y a pocos centímetros de un móvil policial. Lo increíble es que las cuatro personas tanto nosotros como el hombre y su hija, salimos todos ilesos de semejante golpe.

Trayendo este hecho que ha quedado como una futura anécdota del Ministerio VCM vemos el porque de la importancia de reconocer los pensamientos de Dios "…pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos…" (Ro 8:26). Aunque nos parezca extraño como aparenta ser, el poder en la oración es únicamente para los que son suficientemente humildes para reconocer que no saben cómo orar y aceptar obedientemente los mandatos de parte del Señor (ten en cuenta que siempre son para bien y no para mal).

El apóstol Pablo nos llama y anima a "orar en el Espíritu".  Muy a menudo, como en estos primeros párrafos de este articulo podemos ver que las vidas de las personas son como redes que se han enredado de tal manera, que parecen una envoltura o lío grande. Unos salieron apurados y con el tiempo justo, otros salieron con tiempo lo que hizo que le cediera el paso a otros que cruzaron y la trampa se cerro.

Todos sin excepción por mas que repensemos y analicemos los ¿porque? no sabemos dónde comenzar para tratar de desenredar estas redes. "Queremos hacer lo correcto, de la manera correcta, con la gente correcta, en los lugares correctos y por las razones correctas. Pero ¿dónde comenzamos?

¡Qué consuelo es entender que el Espíritu Santo nos conoce mejor que nosotros mismos! Él sabe quienes somos, donde estamos y como estamos. Él también conoce la voluntad y respuesta del Padre para cada necesidad. Su sabiduría y poder, sustituyen nuestra falta de sabiduría." Es importante comprender que muchas veces sufriremos aflicciones, perdidas y grandes percances como en el suceso utilizado de ejemplo pero siempre el estará para consolarnos. "Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación." (Salmo 91:14-16)

¿Cómo sucede eso? Eso sucede cuando aprendemos a "orar en el Espíritu" y aunque si se trata de un derecho que poseemos todos los cristianos para comunicarnos con el Padre, también es una responsabilidad y obligación pues es la manera en que Dios hace Su voluntad aquí sobre la tierra así también como en el cielo y su voluntad es buena para con todos, para los que creen primeramente y para con los llamados a vida eterna.

(Fuente: El cayado del Pastor, RV1960)
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